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Creando identidades de marca

Marcas diferenciadas

Misión, visión, e identidad. Si tienes visión y misión y no tienes identidad, es casi imposible alcanzar tus objetivos. Si tienes identidad, pero no tienes misión o visión, lo mismo. Estarás dando golpes de ciego.

La misión y visión determinan en parte la identidad. La propuesta de valor: personalidad, esencia, valores, atributos y el conjunto de elementos de interacción entre los diferentes stakeholders y la marca, que se expresa a partir de un posicionamiento concreto, determinan la otra parte de esa identidad.

¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde radica la dificultad? En que los valores y atributos son complicados de diferenciar. Profesionalidad, trabajo en equipo, honestidad… no son tan diferenciales, ¿verdad? Cambias las marcas y los valores y atributos pueden permanecer sin que nadie sufra.

 

 

Mejorar la vida diaria de muchas personas.

 

Lograr la máxima satisfacción de nuestros clientes

 

Ser el líder de nuestra categoría y ser reconocidos por nuestra capacidad impactar positivamente

 

Son ejemplos de misiones y/o visiones de empresas de diferentes sectores.

 

Incluso cambiando la misión, la visión o ambas, podría funcionar. Y si eso ocurre, es que no se ha trabajado la verdadera diferencia o la verdadera autenticidad. Y, sobre todo, no se ha interiorizado. Y cuando eso ocurre, la identidad no es fuerte. Estamos ante una marca débil.

Y entonces, ¿cómo construir una identidad fuerte?

La mejor manera de construir una identidad es ofreciendo una respuesta sincera a la pregunta de… ¿Para qué hacemos lo que hacemos? Si sabemos dar esa respuesta es porque existía una oportunidad de ofrecer algo que no existía u ofrecer algo que existía, pero que se podría presentar o servir de manera mejorada. Si además contamos nuestra historia, ayudaremos mucho en la construcción de esa identidad especial, única, la nuestra. Porque una identidad se construye siendo auténticos, genuinos. Siendo simplemente nosotros.

Una identidad también se construye mediante un enemigo. No hay nada más poderoso que un enemigo común, real o imaginario, para unir a las personas y construir un sentimiento fuerte de pertenencia. CocaCola es el enemigo de PepsiCola. Microsoft el enemigo de Apple. Nutella vs Nocilla. Colacao vs Nesquik. Las marcas nos fuerzan a elegir. Nos hacen planteamientos polarizantes y nos gusta decantarnos por una opción, porque eso refuerza nuestra propia identidad como personas.

Lo mismo ocurre en política. Los políticos tienen diferentes visiones dependiendo de las diferentes ideologías. Muchas de ellas comparten valores. Simplemente lo que varía es el grado y la importancia que le conceden a las diferentes cuestiones. Así, por ejemplo, libertad e igualdad son palabras bellas que suelen compartirse. En el cómo se traduzcan en políticas concretas y el peso que tengan esos valores es donde cambian las posiciones. Algunos atributos pueden ser diferentes. No es lo mismo un partido representativo que uno asambleario, pero lo que mejor funciona es el enemigo. Ese enemigo puede ser otro partido, otra clase social u otro país. Y sobre todo ello se construye ese sentimiento de adhesión. “Son de los míos”. Jaja. Permitirme la expresión.

Y así, “jugando” con la historia, reinventada si hace falta. Jugando con la realidad aumentada, si hace falta, se van creando identidades.

Y así, con la emoción encontrada de esos clientes necesitados de seguridad, necesitados de pertenencia e identificación o de aspiracionalidad, se van creando lazos cada vez más estrechos.

Y así, se van creando identidades de marca. Y así, se van creando marcas fuertes.

Miguel Yáñez

Director general de Primero Estrategia

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