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Marca Yucatán y su experiencia del cliente

Yucatán marca territorio

Como todos los veranos, hago una reflexión sobre un destino turístico. Normalmente el que he visitado. Este año toca la marca Yucatán y su experiencia del cliente.

Yucatán un lugar increíble

Yucatán es una maravilla. Ruinas, cenotes, playas, vida submarina y pueblos históricos. Eso por no hablar de la gastronomía. Solamente visitar Chichen Itzá y sumergirte en lo que fue esa ciudad maya, ya merece la pena el viaje.

 

Sin embargo, veranear en Yucatán no es nada cómodo para aquellos que no quieren pagar un hotel de todo incluido, disfrutan de ir a su aire y buscan lo auténtico. Porque todo está enfocado hacia el grupo y el turismo de masas.

 

Yucatán no es el mejor destino para ir por tu cuenta

 

La información para moverte por tu cuenta es escasa y el destino está organizado de tal manera que intentar acceder a cualquier lugar interesante y poco concurrido es misión imposible.

 

Las playas no se ven desde la carretera porque los árboles y las construcciones privadas lo impiden. En general, para acceder a una de ellas, tienes que pagar o estás obligado a consumir en uno de los restaurantes. Por supuesto, olvídate de buscar una alternativa sin gente. Y si viajas entre junio y septiembre, ya sabes lo que toca: sargazo.

 

Ya no es posible subir a los templos en las ruinas mayas. Con ello se elimina uno de los elementos más atractivos de esas visitas: ver el horizonte selvático alrededor de las ruinas.

 

El destino está preparado para obtener dinero del turista. Lógico, pero cuando es excesivo… Incluso si llevas tu propia cámara submarina a un cenote, tienes que pagar por usarla.

 

Los cenotes (ríos subterráneos), todos privatizados. Exigen ponerte un chaleco salvavidas para bañarte en una charca y hacer cola para darte el chapuzón. ¿Os imagináis que en los pueblos de España se pagase cada vez que tienes que ir a bañarte a la poza del río y te obligasen a ponerte un chaleco? Pues eso.

 

Aquellos cenotes que son abiertos y tienen más espacio, están contaminados por los kilos de crema solar que nos ponemos todos. Literalmente te bañas en un agua ligeramente aceitosa que impide ver con claridad los peces.

 

Y es que la experiencia del turista español cuando visita el Caribe mexicano, no es fantástica. La sensación de ser un monedero andante no puede evitarse. No acaba siendo un destino económico a pesar de que los precios de los alojamientos sí lo sean. Y la cantidad de gente, pues para quién le guste eso. Playa del Carmen y Benidorm, primos hermanos.

 

Muchos, somos muchos. Y los destinos que no se protejan de los muchos, es decir, de la muchedumbre, acabarán perdiendo. Porque los recursos (no solamente los naturales y medio ambientales) sufren. Y porque la imagen real, no la que subimos a nuestras redes, no es la mejor.

El sitio más maravilloso del mundo, con mil personas alrededor, deja de serlo.

 

Cuando un destino turístico masificado no es capaz de controlar la afluencia de gente, a largo plazo acabará destruyéndose.

 

Yucatán mata su gallina de los huevos de oro

 

¿Poner límites a la entrada de turistas? ¿Subir precios ? ¿Fórmulas para desestacionalizar e incentivar la llegada en temporada baja? ¿Tecnologías para regular el turismo en temporada alta? ¿Poner en valor nuevos recursos turísticos y fomentar la deslocalización? …

 

Lo que sea para lograr un destino turístico sostenible y mejorar la experiencia del turista. Lo que sea para mejorar la marca Yucatán y su experiencia del cliente.

 

 

Miguel Yáñez

Director general Primero Estrategia

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